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‘Godzilla’ (2014) – El Rey de los Monstruos

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Godzilla nació en 1945.

Años más tarde, cuando los japoneses buscaron una forma de representar el horror que significó para ellos la masacre de Hiroshima, se dieron cuenta de que una amenaza nuclear era algo demasiado impreciso y desconocido. Conocían la fuerza de la explosión, pero no cómo mostrar esa fuerza imparable, a una escala inmensa, que destruye todo y con la que no se puede razonar ni negociar. Siguiendo uno de los tópicos de la ciencia ficción, lo convirtieron en un monstruo. Ese fue el origen de muchas películas de temática similar, pero entre todas ellas, Godzilla, Japón bajo el terror del monstruo, estrenada en 1954, resultó ser un gran éxito. Desde entonces, el rey de los monstruos ha protagonizado múltiples películas y dio origen a un género en sí, convirtiéndose no sólo en un villano de gomaespuma, sino también en uno de los iconos más famosos de Japón.

Eso hizo que con el paso del tiempo los japoneses le cogieran cariño al personaje. Y hasta llegó un momento en que, lejos de ser el villano, resulta ser el salvador de la humanidad frente a todo tipo de peligros, lanzando rayos radioactivos o arrasando ciudades de cartón en su enfrentamiento con otros monstruos de igual tamaño. Esto ha conseguido que Godzilla sea a día de hoy víctima y villano, y se juegue mucho con el terror y la reverencia que podría despertar una criatura semejante, de la misma forma, tal vez, que las bombas que le vieron nacer.

Sabiendo esto, vamos a la película.

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Me resulta muy irónico, pues, saber que los americanos son quienes producen remakes de este tipo, pero ese es otro tema. Lo que sí es cierto es que a partir de aquí hay multitud de SPOILERS, así que si aún no la habéis visto os recomiendo dejar de leer. El resto es cosa vuestra.

Porque Godzilla es una película que merece la pena comentar y no todo para bien. Tras el fracaso del film de Roland Emmerich, que ha soportado fatal el paso del tiempo y demuestra no sólo que copió descaradamente a Parque Jurásico sino también que la cinta de Spielberg es una obra perfecta, ha habido que esperar nada menos que dieciséis años para ver una nueva cinta del personaje, en los que ha habido muchos intentos pero pocos avances serios. Ahora, y pocos meses después de la entretenida Pacific Rim, llega a las pantallas con un enfoque muy diferente que a mí no me termina de convencer.

Si la cinta de Guillermo del Toro va al lío y te da lo que promete, aquí nos encontramos con una cinta algo desganada a la que le cuesta arrancar y que no nos da todo lo que tenía que ofrecer. Cierto es (y leeréis estas palabras en muchos sitios) que han intentado centrarse en el “factor humano”, y para ello han dejado a los monstruos de fondo. Porque son varias las criaturas que salen en esta película y se reparten el protagonismo de una forma muy extraña. Tras el descubrimiento de unos fósiles, dos huevos eclosionan en partes diferentes del mundo, de los que surgen dos seres inmensos que atravesarán medio planeta buscando reproducirse. Y mientras tanto, Godzilla, una especie de depredador supremo, irá a restaurar el equilibrio.

Es una idea extraña, que teniendo una campaña basada en un personaje, y más aún, en Bryan Cranston como protagonista, sean precisamente estos los que tengan menos importancia. Los otros monstruos están bien, pero aquí se ha alejado del género de monstruos para centrarnos en otra cosa. De modo que casi parece más una variación de películas como Cloverfield que la propia Pacific Rim. Es una lástima que Cranston desaparezca tan pronto, porque el joven Kick Ass, que es quien realmente lleva el peso, es bastante soso, pero Elizabeth Olsen tampoco le supera mucho. No son lo bastante profundos como para preocuparnos del todo, y nos limitamos a una serie de escenas algo típicas, con un Ken Watanabe que no sale de su barco en toda la película y cuya existencia se limita a exponer el guión.

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En realidad, Godzilla sorprende por lo sencilla que es, y por los pocos planos en los que vemos a los monstruos. Las peleas aparecen como ya he dicho de fondo y a veces desenfocadas, centrándonos en los hombres que corren a través de escenarios más pequeños de los que parecen, y sin grandes riesgos. No hay, por desgracia, tampoco emoción, ni siquiera esa inocente y alegre que nos proporcionaba Pacific Rim. Pero lo más sangrante a mi parecer es el final, cuando deciden que Godzilla no va a interpretar el papel de monstruo gigante, sino más bien el de protector de la ciudad, su “lado bueno”. Y hasta parece que le dan algo de conciencia, ¡y se frota las manos antes de pelear! Quizá si hubiesen suavizado las escenas de reverencia final por parte de la gente hacia el monstruo hubiese quedado mejor, pero por desgracia no es así.

Ahora bien. Todo lo anterior es una opinión personal. Godzilla no es un Blockbuster y se aleja bastante de ellos, utiliza a los monstruos como telón y te los vende como protagonista, juega con un icono cultural para no mostrarlo del todo, es simple en las escenas de acción, lenta en su desarrollo, olvidable en sus diálogos y está pensada como otras tantas. Puede que haya a quien le guste este giro y hasta encuentren una cinta de calidad, pero no es mi caso. En realidad, creo que la película de Guillermo Del Toro conseguía entretener y sorprender utilizando a la perfección los efectos especiales, pero sin caer en la chabacanería y la estupidez de los Transformers, y se la vapuleó injustamente. Así que si nos centramos en entretenimiento, y en aprovechar mejor sus elementos (al margen de gustos personales) tengo que decir que Pacific Rim gana por goleada a este Godzilla gordo y descafeinado que se queda a medio gas.

Para leer la ficha pulsa aquí. 



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